«No hay un ‘yo’ pensante, hay pensamientos que vienen y que van como nubes en el cielo. Las nubes no pertenecen al espantapájaros, qué más le da que vengan o que vayan, qué más le da que el cielo esté nublado o sin nubes. El espantapájaros no tiene conciencia de ‘yo’ ni de ‘mío’. Por eso ni las nubes ni la ausencia de nubes le molestan. Durante zazen debemos ser parecidos a espantapájaros».
Este bello texto es el final de esta entrada, donde se habla del término japonés hishiryō, que viene a significar «pensar sin pensar» o «más allá del pensamiento». En ideogramas japoneses se escribe de la siguiente forma:
非思量
Este concepto es importante en el ámbito del zen y el zazen japoneses, junto con otros. Todo ello lo encontramos perfectamente explicado en esta serie de entradas —son tres en total—:
SHIRYO, FUSHIRYO Y HISHIRYO DESDE EL MODELO DEL SISTEMA MENTE
Hishiryō, o ese «pensar sin pensar», hace referencia en realidad al «pensar natural» o al normal funcionamiento de la mente o la inteligencia, que nada tiene que ver con el pensamiento compulsivo y bastante neurótico, articulado casi siempre en lenguaje verbal interiorizado —la voz en off, el parloteo mental—, ese monólogo interior en apariencia constante e imparable y que es una clara muestra del funcionamiento de la identidad egótica y de la mente reactiva.
Como se argumentaba en este blog hace pocos días, podríamos decir que existen dos «maneras» o «tipos» de pensamiento: de un lado, éste que acabamos de mencionar, caracterizado por el lenguaje interiorizado y los conceptos, acuñado por el ego y que suele ser compulsivo, estresante, alienante, fragmentario, discriminatorio, reactivo a todas luces. Y de otro lado, el «pensamiento» —que realmente es la inteligencia operando, sencillamente— que surge de forma fluida, espontánea, instantánea —desde luego muchísimo más rápida que el de tipo conceptual y verbal—, natural, y que cuesta atribuir al «yo» a poco que observemos atentamente. De ahí que dé la sensación de que estas respuestas o soluciones presentadas por la mente surgen por sí solas, y de ahí la bella comparación con las nubes y el espantapájaros.
En otro blog he puesto un ejemplo —inventado— de cómo una persona actúa o reacciona ante una determinada situación, sin que para nada esa persona se formule o explique a sí misma de forma verbal qué es lo que va a hacer. Pongo el ejemplo de un portero de fútbol que reacciona ante el lanzamiento de una falta. El portero no se pone a pensar racionalmente —y mucho menos mediante parloteo mental— qué es lo que va a hacer. Simplemente actúa de forma inmediata —es la inteligencia la que responde— sin «pensar», de manera «irreflexiva» pero totalmente coherente y adecuada. O en otras palabras, el portero al actuar así está practicando la modalidad hishiryō:
Imaginemos por ejemplo a un portero (y lo que no va a pensar antes de lanzarse): «Buff, hay que ver cómo ha lanzado Messi la falta. El balón viene en parábola, por encima de la barrera y va directo a la escuadra. Vaya crack, sí, pero será cabrón… Voy a lanzarme ágilmente, cual pantera, y estiraré el cuerpo todo lo posible y a la vez la mano para ver si logro rozar la pelota y desviarla a saque de esquina, pues es obvio que no puedo bloquearla».
También tenemos una explicación del origen etimológico del término en este documento en PDF, donde se habla de las distintas acepciones dentro de la tradición zen (citando varias fuentes, varios maestros, varias anécdotas… ).