¡La mente!

¿Qué es la mente? La mente es la constante imposibilidad de atrapar.

Dicho en otras palabras, el constante afán por entender y explicar.

Y de rebote… el constante afán por hacer, dominar y controlar.

Y de rebote… el constante afán por «ser» y autoafirmarse en clave egótica e individual.

Basta con observar para verlo.

¿Es posible salir de este laberinto, elevarse por encima de él? ¿Cómo?

3 comentarios en “¡La mente!

    1. Qué extraordinariamente difícil contestar a esto. Me refiero a contestar con rigor, comme il faut, no a cualquier contestación para quedar bien.

      No estoy muy de acuerdo. Quizá hemos de averiguar si existe alguna Ariadna dentro de nosotros… no vaya a resultar que somos esa Ariadna en realidad, esa guía.

      En una situación convencional, «normal y corriente», estaremos en un estado de dualidad: hay dos cosas o realidades. Tú como sujeto, supuestamente individual e independiente, y el laberinto como cosa aparte y distinta, el objeto. El laberinto es el mundo que te envuelve, la realidad distinta del yo (esto es la pura teoría o mejor, la apariencia).

      Pero con el laberinto de la mente es totalmente distinto. La única «salida» o solución al problema es acceder a un estado de no dualidad. Un estado en el cual solo hay una realidad, que es a la vez el sujeto o yo y el laberinto «separado» o mundo. Y al mismo tiempo ese estado no es ninguna de ambas cosas.

      De otra forma… ¿peleando? Si el que pelea es el ego, entonces ha de pelear hasta cierto punto. Pelear hasta llegar a su propia disolución o trascendencia, hasta que entiende su propia condición ilusoria. Aparentemente quien pelea es el ego, pero no es así… puesto que no hay ningún ego. Solo es una construcción, una imagen. Quien pelea somos nosotros mismos, nuestro verdadero Ser, que es Inteligencia ( o atención, observación, Luz, Conciencia). Esa Inteligencia se acaba dando cuenta de que no es exclusivamente la mente ni mucho menos el ego. Empleo aquí «mente» en el sentido de mente racional, conceptualidad, pensamiento, identidad personal, egótica o individual… ese nivel. Es la Inteligencia la que acaba viendo que no es el laberinto de la mente, esa es la única forma de salir. Hay Inteligencia, pero no hay sujeto. Hay observación, pero no hay observador. Sí, parece muy difícil de entender y aceptar. Inteligencia… mente… ego… es como un juego muy sutil (capas o muñecas dentro de muñecas) donde vamos avanzando hacia niveles más profundos y auténticos.

      Cualquier intento de atrapar un ego o de identificarlo o ubicarlo es en realidad el propio ego tratando de reafirmarse, ni más ni menos. Ese «intento» o movimiento en sí mismo… es el ego, justamente.

      Por eso ese estado de no dualidad es esa Inteligencia que ve a la mente funcionando pero entiende que simplemente hay eso, una mente funcionando. Y así se avanza o empieza un proceso de liberación, de desidentificación, de desapego, de trascendencia, de descondicionamiento, de despertar, de avance hacia esa autenticidad donde no hay sujeto ni yo… solamente Inteligencia no condicionada ni limitada, impersonal («no somos»… no hay nadie).

      Esto que he dicho de «Si el que pelea es el ego, entonces ha de pelear hasta cierto punto» tiene otra forma de expresarse. En la doctrina del mushotoku se dice: «la intención correcta es tender hacia la no intención». El ego es intencionalidad (deseos, emociones, reacciones, no solo pensamientos) y avanzar hacia esa no intencionalidad implica su paulatina disolución.

      La mente (racional), el pensamiento (la primera frase) intentando atrapar (la realidad, la verdad) es como el que intenta tomarse una sopa con un tenedor.

      Namaste.

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    2. En realidad solo habría dos posibles «salidas» a nuestras vidas: una, la muerte física, el aparente final. Dos, el despertar espiritual, que es la trascendencia de la individualidad, la «muerte» del ego sin haber llegado a la muerte física.

      No haría falta «palmarla» para llegar a entender nuestra verdadera naturaleza, quiénes somos.

      Al decir «salida a nuestras vidas» alude a si entendemos, sentimos y vivimos nuestras vidas como laberintos, o como prisiones, o como estados mentales y anímicos, como, por ejemplo «el espíritu de los lunes». Porque existe otra alternativa: entender «nuestras» vidas como inteligencia, como energía, como la vida misma expresándose o viviéndose (entonces sobra el nosotros o el yo). Y desde esta segunda perspectiva, desaparece toda noción de laberinto, de sufrimiento, de conflicto. ¿Se entiende lo que quiero señalar?

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